Vaya nochecita, nos bajamos del coche Joseba y yo, y entre risas le comentaba "estamos locos, has visto como llueve", y me contestó, "me da igual, yo voy a pescar". Mientras se cambiaba y se ponía el vadeador yo miraba hacia un lado y hacia otro de la playa y le dije: "no ves que no hay nadie", y él de nuevo me contestó "que te he dicho que yo voy a pescar". Bueno bueno, pues nada, nos preparamos para pasar una noche de perros, montamos las cañas y a pescar.
Al rato se veían luces sospechosas a lo largo del pesquero. ¡¡ Había más locos como nosotros pescando!! Menos mal, ya estaba más tranquilo, no éramos nosotros los únicos flipados.
Al poco tiempo Joseba ya tenía un salmonete de buen porte en la cesta, y yo después de cebar varias veces mis cañas sin resultado alguno y cansado ya, me dispuse a preparar un buen mazacote de gusanas en el anzuelo, (os describo la situación), la pica estaba clavada en la arena con 20cm de agua, este lado de la playa en el que pescábamos, tiene unos cuantos metros con poca profundidad y después un escalón. Bueno, al lío, encarno el anzuelo con una pelota de gusanas y unas cuantas vueltas de licra, lanzo y coloco la caña en la pica, tenso y suelto un poco el freno, recojo la otra y preparo otra pelota de gusanas, y de nuevo la misma operación y cuando termino, miro por el rabillo del ojo hacia la otra caña ¡¡pero dónde esta!! me dirijo hacia ella, y veo que el luminoso esta flotando, enfoco a la pica y no estaba, miro de nuevo hacia el luminoso y ¡¡COÑO!! la caña estaba flotando en el agua, la cojo y veo que la línea estaba destensada, doy unas cuantas vueltas de manivela y pego un tirón, la vara se dobla y empieza a sacar línea y grito "Joseba tengo algo gordo" cierro un poco el freno y a trabajar el pez, poco a poco lo estaba consiguiendo y ya cerca de la orilla viendo la hermosísima dorada de lado y dando los últimos coletazos de la muerte "PLAS" se rompe todo, y grito ¡noooooooooooo!, y salgo corriendo hacia ella y veo como se va alejando con un pañuelo en su aleta diciéndome adiós. Después de exclamar varias barbaridades y dar varias patadas al agua, me puse con la linterna a enfocar hacia el agua y hay estaba la prueba del delito, una pequeña piedra sumergida con muchas aristas y pequeños mejillones, la cual en bajamar apareció, cual grano en la punta de la lengua ahí jodiendo, ya que estaba ella sola y tenía que tocar justo en mi puesto de pesca. Me puse a imaginar cómo tuvo que ser la picada para tirarme la caña al agua, en fin, vamos a dejarlo.
Al poco apareció por nuestra zona de pesca un amíguete, Jon, del blog Jonpesca, y nos dijo que había oído los gritos a lo lejos y le conté la batallita. Él nos dijo que también le había roto otro pez el aparejo, y nos estuvo comentando a Joseba y a mí que a ver cuando quedábamos para ir a Francia, a las "Landas" de excursión a pescar. Nosotros desde aquí lo tenemos a una hora u hora y media. Le dijimos que era una buena idea que un día de estos quedábamos.
Pasado un rato y cuando el agua ya está empezando a tirar para arriba, noté una picada en una de las cañas, me dirigí hacia ella y de nuevo otra vez pescado; cogí la caña cerré freno y tirón con su correspondiente doblada, solté un poco el freno y a disfrutar, pero cuando ya se encontraba cerca de la orilla esta vez me metí dentro del agua porque tenía pánico a perderla y por fin, después de luchar un poco con ella, aquí os presento esta preciosa dorada.
Después de esta captura nos animamos un poco y continuamos con la faena. Y después de un par de horas más sin picadas, calados hasta los huesos recogimos los bártulos y para casa.